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Chistes largos

Unos largos…




1. Cuando Dios creó a Adán y Eva, les dijo:
– Solo me quedan dos regalos: Uno es el arte de hacer pipi de pie y…
Entonces Adán se adelantó y gritó:
-¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!,¡Yo lo quiero!, ¡Por favor… Señor por fa porfaaa!, ¡Mire que me facilitaría la vida substancialmente!
Eva asintió y dijo que esas cosas no tenían tanta importancia para ella. Entonces Dios le dio a Adán el regalo y este empezó a gritar de la alegría. Corría por el jardín del edén y hacía pipi por todos lados, en los árboles, en los arbustos, corría por la playa haciendo dibujos con su pipi en la arena….En fin, no paró de lucirse.
Dios y Eva contemplaban al hombre loco de felicidad y Eva preguntó a Dios:
– ¿Cuál es el otro regalo?
Dios contestó:
– Cerebro Eva, cerebro… y ese es para ti…

2. La profesora interviene en una discusión entre dos alumnos:
– Jaimito, ¿cuál es el problema?
– Es que soy demasiado inteligente para estar en el primer curso.
– Mi hermana está en tercero y yo soy más inteligente que ella. ¡Yo quiero ir para el tercero también!
La profesora ve que no puede resolver el problema y lo manda para la dirección. Mientras Jaimito esperaba en la antesala, la profesora le explica la situación al director. Éste le promete hacerle un test al muchacho, que seguro no conseguirá responder a todas las preguntas, y así accederá a continuar en el primer curso.
Ya de acuerdo ambos, hacen pasar al alumno y le hacen la propuesta del test que él acepta.
Inicia entonces las preguntas el Director:
– A ver Jaimito,¿Cuánto es 3 por 3? -«9»-.
– ¿Y cuánto es 6 veces 6? -«36»-.
El director continúa por casi una hora, con la batería de preguntas que sólo un excelente alumno de tercer curso debe conocer y Jaimito no comete ningún error.
Ante la evidente inteligencia del menor, el Director dice a la profesora:
Creo que tendremos que pasarlo al tercer curso.
La profesora no muy segura, pregunta:
– ¿Puedo hacerle yo unas preguntas también?
El director y Jaimito asienten. Inicia entonces la profesora:
– ¿Qué tiene la vaca 4 y yo sólo dos?
– Las piernas, responde Jaimito sin dudar…
– ¿Qué tienes en tus pantalones, que no hay en los míos?
El director se ajusta los lentes, y se prepara para interrumpir…
– Los bolsillos, responde el niño.
– ¿Qué entra al centro de las mujeres y solo detrás del «hombre»?
Estupefacto, el director contiene la respiración…
– La letra «E», responde el alumno.
– ¿Y dónde las mujeres tienen el pelo más crespo?
El director hace una mueca de asombro
– En África, responde Jaimito sin dudar.
– ¿Qué es blando, y en las manos de una mujer se torna duro?
Al director se le cruzan los ojos.
– El esmalte de uñas, profe… contesta Jaimito.
-¿Qué tienen las mujeres en medio de las piernas?
El Director no lo puede creer…
– Las rodillas, responde Jaimito al instante.
– ¿Y qué tiene una mujer casada más ancha que una soltera?
– La cama.
– ¿Qué palabra comienza con la letra C, termina con la letra O, es arrugado y todos lo tenemos atras?
El director empieza a sudar frío…
– El codo, profesora.
– ¿Y qué empieza con C tiene un hueco y yo se lo di a varias personas para que gozaran?
El director se tapa la cara…
– Un CD.
El director, ya mareado de la presión les interrumpe y le dice a la profesora:
– Mire, póngame a este niño en sexto curso… ¡¡Yo mismo acabo de fallar todas las respuestas !!

3. Manuel recibió un loro por su cumpleaños; ya era un loro adulto, con una muy mala actitud y vocabulario. Cada palabra que decía estaba adornada por alguna palabrota, así como siempre de muy mal genio. Manuel trató desde el primer día de corregir la actitud del loro, diciéndole palabras bondadosas y con mucha educación, le ponía música suave y siempre lo trataba con mucho cariño. Llegó un día en que Manuel perdió la paciencia y gritó al loro, el cual se puso más grosero aún, hasta que en un momento de desesperación, Manuel puso al loro en el congelador.

Por un par de minutos aún pudo escuchar los gritos del loro y el revuelo que causaba en el compartimento, hasta que de pronto todo fue silencio. Luego de un rato, Manuel arrepentido y temeroso de haber matado al loro, rápidamente abrió la puerta del congelador. El loro salió y con mucha calma dió un paso al hombro de Manuel y dijo:
– Siento mucho haberte ofendido con mi lenguaje y actitud, te pido mis disculpas y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento.
Manuel estaba muy sorprendido del tremendo cambio en la actitud del loro y estaba a punto de preguntarle qué es lo que lo había hecho cambiar de esa manera, cuando el loro continuó:
– Te puedo preguntar, ¿Qué fue lo que hizo el pollo?

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